martes, abril 21, 2009

De la serie JUGUERÍAS

Nunca imaginé que preparar jugos representaría una enseñanza para la reconciliación con la vida. La vibración energética de los frutos es impresionante; están vivos, y se comunican mediante el aire, a través de nuestro tacto, vista, olfato, boca, labios. Compenetrar mis manos con esta energía, y transformar lo sólido en líquido para ofrecerlo a los paladares es una responsabilidad muy alta. El que sonrían de satisfacción cuando lo prueban es un gran logro; el que regresen es la más grata recompensa. Hacer esto me hace sentir que por mis venas aún corre vertiginosa la sangre color betabel, y que en mis ojos brilla el fulgor de la naranja. Estoy vivo.